Siempre he creído que hay un grupo de personas de gran
relevancia que, ocultas, mueven los hilos de los demás seres humanos, llevándonos
a donde a ellos les interesa.
De ahí esos bandazos que vamos dando, como si navegásemos en
un velero bajo la tormenta. Ahora, todos a estribor. Ahora, a babor. Un poco
después, a proa. Y cuando menos lo piensas, a popa…

Y así andamos. Confusos, sin ideas, descentrados, desconcertados,
perdidos…, infelices. Que hay que acabar con alguien de valores, o de forma de
pensar diferente, que está decidido a ir contracorriente…, pues se le estudia
el pasado a ver qué se le encuentra, que siempre habrá algún error o fallo a
destacar, y se le ataca desde todos los frentes posibles, ridiculizándolo si es
necesario, etiquetándolo, arrinconándolo…, hasta llevarlo al paredón de lo políticamente
correcto y allí derribarlo hasta hacerlo polvo. Que no entras por el aro que
marca la sociedad, la moda, los tiempos, la política…, se te denigra, se te
insulta, se te ponen adjetivos a cual más tremendo y se te indiferencia hasta
que mueras de soledad y de abandono. Que eres un ser que vas a tu aire, que no
comulgas con ruedas de molino, que no te dejas llevar…, pues nada, te catalogan
de peligroso, te critican ferozmente, te apartan y te irradian con dosis de
odio cuando no de persecución hasta que te consumas de incomprensión y de pena.
¿Y qué consecuencias aparecen al fondo de todo esto? Pues
muy sencillo, que las personas que conforman la gran masa de esta sociedad no
son felices. Parece que sí, pues viven, consumen, se divierten, viajan, llenan
los bares, las cafeterías, las tiendas, los supermercados, los conciertos, los
campos deportivos..., pero no. De ahí que nos juntemos y separemos con tanta
facilidad. De ahí que nos cansemos de todo tan rápidamente. De ahí el usar y
tirar. De ahí que no nos quede tiempo para nada…., y menos para pensar,
razonar, analizar… Y de ahí que aparezca también tanta informalidad, y
desconfianza, y engaño, y corrupción, y desbarajuste, y miedo…, desembocando todo
esto en tristeza, disgusto, desarmonía, en depresión, en muerte.

Y aunque nunca dice que es feliz, yo estoy convencido de que
lo es, porque nada le ata. Es feliz porque es consecuente, porque es fiel a lo
que piensa, porque siempre tiene ligero el equipaje. Es feliz, sencillamente,
porque no va golpeándose el alma de un extremo a otro del barco puesto que anda
sujeto al mástil central de ser quien quiere ser y no quien quiere los demás
que sea.
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