miércoles, 24 de enero de 2024

REDES SOCIALES

En el colegio, el maestro le habla al niño de paz y convivencia, de compartir, de ser solidario, de decir la verdad. Luego, el niño o la niña, crece y comprueba que la sociedad es una selva que te rodea, te ataca, te ahoga y te condena.

 

Ahí no hay convivencia, ni se comparte, y la solidaridad es falsa, y la verdad no se ve. Y no hay paz. 

 

Siempre la selva ha existido. Salir de casa por la mañana y pisar la calle es adentrarte en la arboleda de la opacidad, trabas, enfados, mala educación, engaños, exigencias, torpezas, intereses creados… 

 

Pero la selva ahora es mucho más asfixiante. Entre los árboles, los yerbajos, las lagunas cenagosas, las zarzas y los espinos se ha construido una tela de araña llamada redes sociales que es para temblar. En ella se deslizan hombres y mujeres que con sus comentarios te pueden levantar a las estrellas o hundirte hasta el pozo del infierno.

Y hay más de lo segundo que de lo primero. Conozco establecimientos, bares, comercios, eventos, artistas, personas profesionales en mil campos que han tenido que cerrar no solo sus negocios sino sus vidas. 

 

Y se ensañan con ellos. Con razón y sin razón. El caso es coger la presa y no soltarla hasta que quede en el pellejo. Y se comenta el hecho, y se difunde en los medios, y se expande sin límites, y te llaman para que no te lo pierdas y disfrutes. 

 

Es cierto que la libertad de expresión es sagrada, y que no se puede ni se debe ir contra ella, pero también es cierto que la verdad nunca debe convertirse en calumnia. 

 

Yo no ando por las redes sociales, tengo otras distracciones que me llenan más y me hacen más feliz, pero me asustan estas guerras que a lo lejos aparecen, los ataques furibundos de unos y otros, la falta de respeto, de comprensión, de delicadeza, como si fuéramos títeres, muñecos de paja a los que hay que moler a palos, sin medir las culpas, como si fuera lo mismo una bofetada que un crimen, o un pico que una violación, o el robo de una gallina que una estafa millonaria.   

 

Y no me opongo a ello, que conste, la libertad es también eso, pero sí me gustaría que cuando alguien, por ejemplo, haga algo digno, importante, bello…, se alabe también, con igual o más fuerza, y se empuje a que la difusión llegue de igual modo a todos los rincones del planeta. 

 

Pero qué va. Me quedo con las ganas. El morbo es el morbo. Qué le vamos a hacer.

 

Y lo peor de todo es que cuando los ataques van dirigidos a políticos, a esos poco les afecta lo que de ellos se diga. Como quien ve llover, esperar a que escampe en unos días y listo. No se van a ir, no van a dimitir. Y en ningún pueblo. Los niños imitan a sus papás El gobierno de Sánchez ya no puede hacer más barbaridades, romper más leyes, retorcer más disposiciones, cruzar más líneas rojas…, y de todo sale, y todo lo va consiguiendo, y todo lo va logrando, y todos siguen en las poltronas…, y eso que depende del apoyo de más de veinte partidos… Unos genios. 

 

Y a mí esta selva ya me cansa. No hay manera de bajarlos del burro. Hacen y dicen lo que les da la gana. Ahora blanco y a la media hora negro, y encima el imbécil soy yo por no pensar blanco y a la media hora negro, por ser tan radical, por no saber interpretar las circunstancias, por no querer la paz social.  

 

Por lo que harto ya de redes sociales y ser tan bobo, me retiro. Yo sí dimito. Ya no voy a ver la tele ni leer noticia alguna. Me pongo, como aquel a quien también hay que echarle de comer aparte a contar nubes. 

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