En el Teatro Darymelia de Jaén, el pasado 25 de junio, a
beneficio de la Cofradía del Santo Sepulcro, costando la entrada doce euros,
lleno, el Grupo de Teatro “Maranatha”, que dirijo, estrenaba la obra “Malos
tratos”, que yo mismo había escrito hacía ya más de un lustro.
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El Ayuntamiento de Málaga, enterado del tema, estaba
dispuesto a darnos un espacio escénico para el estreno. Pero Málaga estaba
lejos de los nuestros. Lo pensamos. Y cuando estábamos a punto de aceptar y
comprometernos, el Presidente de la Agrupación de Cofradías de Jaén, sabiendo
de la necesidad de la Hermandad del “Sepulcro”, salió al paso e hizo las
gestiones de estrenarla en la capital del Santo Reino, sin éxito, porque el problema de estar ocupado
el teatro era tan real como doloroso. Pero una vez más surgió el milagro y una
compañía que estaba comprometida para el 25, avisó de su renuncia por motivos
que ni interesan. Y se nos concedió a nosotros.
Todo lo demás es voz populi. El éxito de los actores fue
extraordinario. Su interpretación asombrosa. La atmósfera que crearon hizo que
el público ni respirara. Hubo un silencio que se podía cortar, sólo roto por el
aplauso que en numerosas ocasiones se nos regaló cuando hay que decir que
ninguna escena, por la crudeza y tragedia con la que se presentaba, invitaba a
hacerlo.
Los abrazos fueron sinceros. Las exclamaciones llegaban a lo
más hondo del corazón. Las enhorabuenas emocionaban… Y yo, tras apartarme para
dar gracias, miraba desde lejos a José Luis, José Manuel, Mari Ángeles, César,
Sonia, Juani, Fernando, Javier y Lucía… Y los miraba mirando hacia el futuro,
como viendo a través de un espejo transparente, pero diciéndome que ahora
tocaba vivir este momento gozoso…, para después…, para después seguir soñando
el sueño que Dios quiera.
No veo ningún email privado o facebook para enviar mensaje, supongo que será para no recibir mil y una historia de expósitos.
ResponderEliminarEntrada del día 3 de abril de 1882 a las 5 de la madrugada, ingresa por el torno de este establecimiento una niña al parecer recién nacida envuelta en una camisa de calicate, un pañal de (ilegible) con puntillas nuevas, por mantilla un pañuelo de estambre color café, (ilegible) de algodón nuevas, una blusa de indiana usada, dos jubones, uno de calicate y otro de los de tienda bordado. Se bautizó el siguiente día en la Iglesia del Sagrario de esta ciudad por el cura coadjutor D. Antonio Molina con el nombre de Francisca de Paula, fue su madrina Bárbara Romero.
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