Juani me lo ha querido decir de la mejor manera para que la
noticia no me causara el dolor que ella sabe me produce siempre la muerte de
alguien a quien quiero y sé que me quiere.
Y me ha dolido. Pese a decírmelo con cuentagotas me ha
llegado al alma el cuchillo que viene siempre a cortar de un tajo la unión de
dos personas que se respetan y se quieren.
Y presa de esta herida, aun de cuerpo presente en el
tanatorio San José de Jaén, escribo estas letras más que para homenajear al
gran hombre, al Cronista Oficial de la Capital, para decirle que he valorado su
inmensa labor periodística, de investigación, de oratoria, de darse a los demás
hasta el extremo, y que he aplaudido sus muchos títulos, su nombramiento como
Hijo Predilecto de Cambil, su pertenencia al Instituto de Estudios Giennenses,
a la Sociedad Económica de Amigos del País, a la Santa Capilla de San Andrés, a
los Amigos de San Antón, a la ejemplar Asociación Aprompsi, que presidía,
dedicada a personas discapacitadas, y que también me pareció bien, aunque me
hubiera gustado algo mejor para él, que le pusieran su nombre a la plaza
central del Parque del Seminario… Y, sobre todo, para decirle que siento mucho
que un infarto en la madrugada de hoy le haya puesto alas, como las que ha
tenido siempre su pajarillo literario, Gacelo, para ya no solo volar por la
hermosa inmensidad de nuestro Santo Reino, del que era también Cronista Oficial,
sino por las grandes alturas de todo el ancho reino de los cielos para poder
acercarse así todas los atardeceres a la orilla de ese Dios en el que creía, y a
quien tanto pregonó y tanto amó.
Adiós, querido amigo. Nunca olvidaré mis encuentros contigo,
desde que yo era un chaval, aprendiz de las letras, y tú ya un gran escritor
reconocido y admirado. Gracias por todo lo que has escrito sobre mí, y
especialmente por venir a Úbeda a presentar, junto a Juan Carlos García-Ojeda, mi
libro de poemas “Al encuentro de la felicidad”, aquella feliz tarde-noche del
día 10 de junio de 2005. Gracias por tus conversaciones, tus palabras siempre
aliñadas de positivismo, tu sencillez, tu humildad, tu constancia y, sobre
todo, gracias por tu excepcional bondad. Nunca olvidaré, tampoco, el pasado 14
de mayo, cuando nos abrazamos al despedirnos después de comer juntos tras haber
fallado, igual que hemos venido haciendo los últimos años, como miembros del
jurado, el Certamen Nacional del Corpus de Villacarrillo.
–Hasta otra, Vicente, o el menos hasta el año que viene –te
dije.
–Hasta otra o hasta el año que viene, Ramón, si Dios quiere –me
respondiste.
Y Dios no va a querer que de nuevo el año próximo nos
juntemos para fallar el certamen ni para volver a vernos aquí en la tierra. Te
ha llevado antes a su gloria para que allí le hables de Jaén y del amor que le
tienes, y darte, como último premio, su abrazo más hermoso, que después de todo
es la más grande que te pueden dar.
Hasta volver a vernos en el más allá, amigo…, cuando Dios
quiera. Un fuerte abrazo.
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