Con esto de permanecer casi todo el día confinado, y al ver que hoy,
18 de mayo, se celebra el Día Internacional de los Museos, me ha venido a la
mente uno situado en Ámsterdam dedicado a las gafas. Curiosísimo. Allí, de
todas las formas, desde los antiguos monóculos hasta los famosos quevedos,
pasando por las últimas tendencias.
Pues bien, a manera de souvenir, como recuerdo imperecedero, compré
unas que tenían la magia de que sus cristales cambiaban de color. Es solo cuestión de pulsar un
botoncito situado en una de las patillas. Y lleno de añoranza, me las he
colocado tras situarme en el balcón de mi casa.
Y, ¡oh maravilla! Al aparecerme el color rojo, he visto el paisaje
socialista como algo extraordinario, con un presidente y unos ministros que
vienen realizando un digno trabajo de diálogo con los comprensivos y tolerantes
nacionalistas, los antiguos etarras de pelillos a la mar y los socarrones
peneuvistas que casi nunca ponen el cazo, y si lo ponen es para bien… del país. Realizando una labor sin apenas fallos, basada en la verdad, la
prevención, la efectividad, la transparencia, la libertad, el respeto a los
derechos, la rectitud… Con decisiones trabajadas, meditadas y enriquecedoras,
con apenas pequeñas rectificaciones, obviamente normales ante la gravedad del
momento. Con un gran equipo de expertos cuyos nombres no se nos dicen porque de
este modo trabajan con menos presión, así como con un portavoz científico que
nos explica, diariamente, con voz fluida y convincente, que no hay muertos, ni
cadáveres apilados, ni luto, ni llantos de familiares, ni entierros tristes…
sino solo una curva de números siempre a la baja, con pequeñas oscilaciones que
son científicamente analizadas al detalle. Merecedor, junto a todo el gobierno, como ya se viene solicitando por aclamación popular, el próximo Premio Princesa de Asturias de lo que sea.
Pero más bonito es cuando vuelvo a apretar el botón y me sale el color
morado. El color de la mora, de lo moral, de ser moralmente superiores. Qué
hermosura. Todo en orden, en colectividad, en compañerismo, todos para uno y
uno para todos. Con clamorosas luces de feminismo, justicia, igualdad y
pacifismo sin armas ni ejércitos. Con un líder ejemplo de coherencia, capaz de
sacrificarse al tener que vivir en un casoplón como espejo de que su lucha es
para eso, para que todos, algún día, tengamos lo mismo. Partidarios de romper
con el régimen del 78 solo para progresar, y partidarios de la república porque
tener rey es costosísimo, anacrónico y retrógrado. Control perfecto para
nuestro bien. El mundo feliz de Orwell. Solidarios. De ahí su entrega altruista
y desinteresada, hasta el punto de inmolarse en pro de la patria, al tener que
aceptar el camarada primus inter pares,
aparte de una infecta vicepresidencia segunda, el comisionado de la asquerosa
casta del mundo de las cloacas del CNI; y algunos de sus correligionarios,
después de una altísima preparación y esforzadas y meritorias batallas, nunca
por parentesco ni amiguismo, ciertos ministerios repelentes.
Y cuando me aparece el color azul, veo que los populares son la leche,
solo piensan en colaborar, en no poner palos en la ruedas de nadie, honrados
sin fisuras, unidos como una piña, claros, moderados, ejemplares, magos capaces
de convertir las piedras en pan. Condescendientes y respetuosos. En espera de
salvar, como en otras ocasiones, esta tremenda crisis en la que andamos.
Comprensivos con los ricos y justos con los pobres. Economistas y gestores de
altura. Severos pero a la vez considerados con los separatistas y terroristas.
Siempre mirando al futuro, sin más memorias históricas. Condescendientes y
delicados con los rivales, incapaces de crear conflictos, hasta el punto de
respetar cargos y seguir concediendo puestos de relevancia, subvenciones,
ayudas y reconocimientos a los miembros rivales y demás satélites –a los de
siempre–, cuando llegan al poder para demostrar que gobiernan para todos.
Elegantes perdedores. Resignados coleccionistas de insultos, desprecios y
cinturones sanitarios. Poco dados a manifestaciones y protestas. Exquisitos
blandiblús. Admirables dontancredos de sangre fría.
Y al salir el color verde, todo son banderas rojigualdas, himno, fuerzas
de seguridad del estado, orden, rey, constitución, centralidad, valores,
tradiciones, inmigración legal, tolerancia… Personas valientes. Firmes
demócratas. Respetuosos y comprensivos incluso con los homosexuales.
Pro-familia y pro-natalidad. Bravos defensores de lo nacional, como por
ejemplo la caza, la pesca y los toros. Bizarros que jamás huyen de la lucha
cuerpo a cuerpo. Sin miedo ni complejos de ningún tipo. Diciendo dentro y fuera
de las cortes y a la cara las cosas claras. Desenmascaradores de vivales,
demagogos y populistas. Aniquiladores del clientelismo y pesebrismo, así como
de subvenciones, chiringuitos y demás mamandurrias, tanto españolas como las
surgidas de la burocracia europea. Contrarios a la injusta ley de violencia de
género. Enemigos acérrimos del comunismo, el castrismo y el chavismo. Críticos
con el Islam. Azote implacable de etarras e independentistas. Reconquistadores
orgullosos de hazañas históricas. Liberales sin límites. Amantes del esfuerzo y
la disciplina. Y nada de apoyar más estados de alarma, que en el fondo no son
más que encubiertas excepciones liberticidas. Al enemigo ni agua. ¡Viva
España!
Y si sigo me encuentro ahora con el color naranja… Qué suavidad de
horizonte. Héroes sin paliativos frente al régimen implacable del separatismo y
la corrupción del independentismo catalán, pero dulces, nobles y necesarios
villanos en las cortes generales. Ejemplares. Capaces incluso de dimitir, como
hacen pocos, ante la debacle electoral y las diferencias ideológicas que surgen
entre ellos. Abnegados mártires partidarios de gays y lesbianas pese a que los
echen de sus orgullos coloristas. Equilibristas de altura con ideología de
izquierdas y economía de derechas. Veletas sabias. Punto de la diana. Centro
del centro. Colaboradores altruista en estos momentos tan duros para salir de la
que llueve, convirtiéndose, cuando es necesario, en perfecta coalición, botella
de oxígeno, mano tendida, bisagra del alma, corazón de corazones…
Qué gafas tan estupendas las mías, qué interés, digo qué interesantes,
pues ponga el color que ponga me hacen verlo todo color de rosa. Lo malo es que
debajo de mi balcón anda un demonio al acecho con cuernos en forma de corona
arrastrando un saco lleno de angustia, miedo, paro, miseria, hambre, esclavitud
y muerte que se ríe y se pasa el color de los cristales por el forro de su
asqueroso trasero invisible.
¡Pues fuera gafas y que Dios nos conserve la vista!
Bravo Ramón, muy irónica y acertada reflexión, tu voz a través del color del cristal .de las gafas.
ResponderEliminarUn abrazo mi estimado y admirado amigo poeta, dramaturgo y pensador.
Tu amigo José
JIENNENSES ILUSTRES: Ramón Molina Navarrete
ResponderEliminarEstimado Ramón, me dirijo a usted para informarle de que soy profesor de Instituto jubilado, y desde hace varios años me dedico a escribir biografías de personajes cuya trayectoria profesional y ética haya sido muy relevante.
Y le quería notificar que he publicado en mi blog dedicado a los “Jiennenses Ilustres” una biografía suya, a partir de las investigaciones que he realizado. Me gustaría que la pudieses revisar y me dijera lo que haya que añadir o corregir en la misma. En el ámbito familiar me gustaría poner la profesión que tuvieron sus padres y cuántos hermanos han sido ustedes
Este proyecto lo estoy realizando de forma altruista, colaborativa, independiente y con criterios divulgativos y pedagógicos y cuento para realizarlo con la ayuda de prestigiosas personalidades de la Cultura Jiennense. Puede contactar conmigo si lo desea en el móvil 675 966 778
Un cordial saludo
Feliciano Robles
https://jiennensesilustres.blogspot.com/2020/09/ramon-molina-navarrete.html