Ante tantos enfrentamientos
ideológicos, tantos insultos en las redes sociales, tantos golpes de estado que
citan unos y otros, ante tanto odio…, uno se siente obnubilado, y si quiere
seguir sobreviviendo y no verse perdido en tierra de nadie, está obligado a
tomar una posición concreta, porque de no hacerlo, aparte de sentirse
abandonado, más solo que la una, y ser tachado por unos y otros de complejines,
recibirá tortas por todos lados.
Pues bien, me tengo que
aclarar. Tomar una postura firme, definitiva. Y para ello solo hay dos
opciones: DERECHA, es decir facha, fascista, franquista, carca y retrógrado; o
IZQUIERDA, es decir: perroflauta, progre, rojo, feminazi y socialcomunista.
Pongo entonces las televisiones
y radios para informarme y solo veo y escucho noticias rojas o azules. No
existe el blanco. Presto atención a los tertulianos bien pagados y encuentro
tigres y leones con los ojos saltones y las garras afiladas lanzándose zarpazos
en forma de argumentos que vienen a resumirse en el: “Y tú más”. Leo artículos
y a las dos líneas ya sé en cuál de los dos bandos milita el autor sin
comprender muy bien la explicación ni los motivos.
Lo que veo claro es que no es
cuestión de ricos y pobres. ¿O sí? Y nada. Sufro. Sufro como lo he venido
haciendo desde siempre. Pues muchos han pensado que yo soy de derechas, tal vez
por haber interpretado durante varios lustros el personaje de Jesucristo. Pero
también de izquierdas. Quizás por lo mismo, porque ahondando en la persona de
Jesús se ve que está del lado de los más necesitados. Hubo hasta quienes
aseguraron que yo estaba afiliado al partido de Izquierda Unida, que habían
visto mi nombre en las listas, lo que me llevó a disminuir de golpe el número
de los suscriptores de mi inolvidable revista IBIUT. Publicación, por cierto,
que se mantuvo, pese a todo, treinta años solo de la aportación de ellos. Algo
a destacar en estos tiempos donde únicamente se hacen cosas si se recibe ayudas
de los políticos. Olvidando unos y otros que la libertad y la independencia
solo son verdaderamente tales si no se depende de ninguna oficialidad
gubernamental.
Pero sigamos. Bueno, a las
claras, que quiero saber de una puñetera vez si de verdad soy de derechas o soy
de izquierda.
Y me pongo vehementemente a
informarme con la intención de ver si me aclaran los conceptos. Y leo mucho. Y
todo son rodeos que en realidad nada clarifican. También acudo a publicaciones
de ninguna dudosa ideología, tales como “El
País”, “Infolibre” o “Elplural”. Y sobre todo encuentro “Elperiódico” de Cataluña. Madre mía,
este sí que me sirve, pues uno de sus periodistas, Andrés Herrero, publica en
él un artículo aclaratorio titulado: “En
que se distingue la izquierda de la derecha”. Impactante. Desde el comienzo.
Leo: “Muchas personas que se presentan
como de izquierdas no lo son, mientras que otras que se consideran de derechas
se engañan sin saberlo, intercambiando sus papeles”. Genial. Menuda razón
tiene. Ya me voy enterando. Bueno, no, estoy más laido. Pero sigamos. Dice
ahora: “Nuestras posiciones políticas e
ideológicas son consecuencia de nuestras
necesidades e intereses”. Fantástico. Así que mi vecina, que dice ser
de izquierdas desde el vientre de su madre, puede no serlo, y si lo aparenta es
porque saca tajada. Como también conozco a uno que de cofrade acérrimo pasó
hace poco a fanático socialista ateo para que le dieran un carguillo. Igualmente
sé de uno que siendo de Podemos, al tocarle la lotería se afilió a Vox. Lleva
razón el articulista. Se me van aclarando las ideas.
Y sigue a continuación lanzando
estas preguntas: “¿Consideras aceptable
utilizar, explotar, manipular, engañar y dañar a otros para obtener fama,
riqueza o poder? ¿Intimidarías, acosarías y apartarías a quienes se interponen
en tu camino para alcanzar tus objetivos y mejorar tu estatus? ¿Apruebas
comprar bebés a mujeres pobres y pagar por sexo, sí o no? ¿Prefieres sacrificar
lo que haga falta a tus intereses, a intentar conciliarlos con los ajenos para
no perjudicar a nadie? ¿Te preocupa el futuro del planeta y de la humanidad, o
no te importa arruinarlos si con ello obtienes un beneficio personal? Tú mismo
tienes la respuesta. No necesitas preguntarle a nadie. Estamos hablando de elegir entre dos formas diametralmente opuestas de
concebir la existencia: o con los demás, o contra los demás”.
Les juro que a estas preguntas he
respondido desde mi conciencia con absoluta sinceridad: A las tres primeras con
un NO rotundo. A las dos siguientes con un SÍ gigantesco. En definitiva, yo
siempre con los demás, nunca contra nadie.
Pues bien, es claro que me voy
viendo de izquierdas. Continúo. Dice ahora: “Pero lo que certifica, sin margen de error, si una persona es de
izquierdas o de derechas es qué pesa más en ella, si el egoísmo o la conciencia”.
Pues miren, el egoísmo para mí es
asqueroso, nunca lo he podido aceptar ni aguantar. Jamás ha sido el dinero ni
las riquezas ni la ambición mi principal objetivo. Ni tampoco el segundo, ni
siquiera el tercero. Tengo bien claro que no se puede servir a dos señores. En
cambio la conciencia la he tenido siempre a flor de piel. De hecho si me estoy
informando acerca de esta dualidad es para ver si, después de casi setenta
años, me deja de una vez en paz. Lo que dudo llegado aquí es que haya muchas
personas verdaderamente de izquierdas. Porque muchísimas de las que conozco no
tienen más conciencia que su incoherencia. Que además rima. Y ya, por último,
el autor presenta dos campos a elegir, exponiéndolos a derecha e izquierda, a
modo de columnas. Veamos:
Si eres de derechas: buscas el bien privado. Si de izquierdas: al bien
común. Elijo: el bien común, el bien común…
Derechas: atesorar. Izquierdas: compartir. Elijo: compartir,
compartir…
Derechas: competir. Izquierdas: cooperar. Elijo: cooperar, cooperar…
Derechas: depredar. Izquierdas: respetar. Elijo: respetar, respetar…
Derechas: jerarquía. Izquierdas: igualdad. Elijo igualdad, igualdad…
Pero si hasta soy partidario del sacerdocio femenino, opinión tan peligrosa que
casi me cuesta la excomunión y la cárcel por expresarlo por escrito.
Derechas: meritocracia. Izquierdas: equidad. Elijo: equidad,
equidad.
Derechas: riqueza. Izquierdas: bienestar. Elijo, por supuesto,
bienestar, pero para todos, no solo para los que andan en las poltronas y pisan
moqueta.
Derechas: orden. Izquierdas: justicia. Elijo: Justicia, justicia,
vamos, justicia total, pero de verdad, de la buena, de la que no mira si eres
rico o pobre, listo o bobo, hombre o mujer, gobernante o gobernado.
Derechas: ley del más fuerte. Izquierdas: apoyo al más débil. Elijo
esto último, faltaría más. Y con hechos. Pero si nada más que desde Maranatha, con centenares de
representaciones y distintas obras, hemos repartido más pesetas y euros a los
pobres que olivos tiene esta provincia.
Y punto. Pues bien, haciendo
balance, según el test del señor Herrero, soy más de izquierdas que la bandera
roja de la hoz y el martillo.
Y ahora, no conforme del todo,
siguiendo otras búsquedas, me encuentro con las declaraciones, también en “Infolibre”, que dirige el prestigioso
señor Maraña, de un gran intelectual, nada menos que el Gran Wyoming. Acaba de
decir el afamado humorista el pasado 23 de mayo, textualmente: “Hay que ser de izquierdas a muerte”. Y
aclara los motivos: “Vivimos en un mundo
tan escorado a la derecha que si tú eres partidario de la igualdad, de que cualquier
niño nazca donde nazca tengan derecho a la educación, a una sanidad universal y
quieres justicia, si quieres esas tres cosas, eres de izquierdas. Entonces, hay
que ser de izquierdas a muerte”.
Pues yo también. Yo también
quiero esas tres cosas y las quiero con locura. Vamos, que moriría por ellas.
Yo quiero educación para todos y en todos los lugares del mundo. Es más, quiero
que los niños pobres sean los predilectos. Por eso durante muchos años hemos
costeado desde la Asociación estudios a niños y niñas de Madagascar y por eso
elegí trabajar en el colegio de los más humildes de Úbeda en su día, el colegio
Juan Pasquau, y por eso quise ser director, para que a los más desfavorecidos
no les faltara de nada; y en lucha con muchos de mis compañeros conseguir que
el centro estuviera a la misma altura que el mejor de los colegios. Por lo que
recibimos numerosos premios. Y quiero una sanidad universal, de máxima calidad,
aunque no me importa que exista otra sanidad cualquiera siempre y cuando se la
pague quien quiera hacer uso de ella de su bolsillo. Como hacen muchos artistas
famosos, diputados y ministros progresistas… Y quiero justicia, ya lo he dicho
antes. Justicia para que no me avasalle nadie, para que brille la verdad, para
que no se me discrimine por mis ideas, raza, sexo o creencias, para que todos
seamos considerados y respetados…, libres.
Es decir, que, según veo,
incluso soy más exigente en la ideología de izquierdas que “Elperiodico”,
“Elplural”, “Infolibre” o El País” y hasta más que el mismísimo Wyoming, y mucho más que muchos de los
militantes de carnet.
Es decir, que he descubierto,
en definitiva, que no solo soy de izquierdas sino que soy de extrema izquierda.
Y yo sin saberlo. ¡Eureka!
Ahora solo me hace falta vestir
andrajoso, sucio y sin peinar… y lo clavo.
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